La semana pasada, buscando noticias interesantes acerca de la comunidad sorda, descubrí que una alumna sorda de la comunidad de Elche, Valencia, que acudía desde septiembre a un instituto de la ciudad y matriculada en un ciclo superior de Integración Social, llevaba sin la actuación del segundo intérprete de lengua de signos un mes del segundo trimestre pese a haberles asegurado la Conselleria que recibiría la participación de dos intérpretes para su educación y comunicación en el propio ciclo. Sin embargo, aún sigue sin el apoyo de un intérprete e incluso los compañeros de esta chica sorda se han puesto en huelga por esa injusticia que, como ellos bien reivindican, no solo afecta a los sordos/as, sino a los demás alumnos y profesores.
Esta alumna sorda del centro de Elche, ha batallado por ello usando las redes sociales en las que ha posteado diversas frases como «¿Cuándo cumpliréis vuestra palabra? o «Ya estamos en febrero y sigo sin intérprete de Lengua de Signos en clase desde que me comunicaron en noviembre que me habían concedido el recurso. ¿Os olvidáis de hacer una educación accesible para las personas sordas?»
Es sorprendente que a estas alturas una persona con una diversidad funcional como la sordera se vea obligada a estar en un “limbo informativo” debido a la mala gestión de los servicios públicos. Este hecho equivaldría casi a dejar a una persona en silla de ruedas en frente de una escalera empinada y pedirle que la suba él/ella solo.
Por otro lado, la importancia que tendría un Técnico Superior de Mediación Comunicativa para determinados contextos y términos podría llegar a ser vital, ya que una traducción de lo que se explica en clases es importante, pero lograr que una persona sorda lo comprenda correctamente y sea capaz de entender las explicaciones sin necesidad de una búsqueda exhaustiva en internet, lo es más aún.
¿Cómo crees que te sentirías tú en dicha situación?
Jose Luis Costa Jimenez

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